INTERROGANTES, ALCANCES Y CONTENIDOS DEL PROCESO DE “RECONSTRUCCIÓN” DE LA NACIÓN MAPUCHE. HACIA UN CAMINO PROPIO DE AUTONOMIA.
Marcha por la libertad de los Presos Políticos Mapuche realizada en Temuko el 27 de mayo de 2016 |
Siempre bajo la mirada del rakizumeluwvn
como modelo reflexivo y conversacional colectivo desde la perspectiva mapuche y
sobre temas de interés que afectan al pueblo mapuche hoy; ponderemos en este espacio algunos elementos para la discusión sobre los pilares que –desde nuestra
perspectiva- debieran ser parte del llamado proceso de reconstrucción del pueblo
mapuche en los tiempos de actualidad que nos corresponde vivir.
Entre las preguntas que originan
el debate mapuche interno, al menos de algunas
orgánicas activas que intentan ahondar sus temas desde el pensamiento propio tenemos;
¿chumgelu amta mapuchegeyñ? ¿taiñmapuchegen mew amta igkakeyñ taiñ mapu?
¿chumlewetuyñ fantepu, zew anokagepalu iñchiñ? ¿rakizuamyekeyñ kay taiñ
chumlerpun fantepu? Kam ¿re wigka kimvn mvten ñimitunierpuyñ taiñ weychan zugu
mew? ¿chemamta weychan zugu?¿feyentukefiyin kay iñpu fvchakeche? Kam
feyentuwelayñ? ¿gvnezuamkefiyiñ kay chum ñi azkvnufiel ta mapu iñ
kuyfikecheyem?. Las cuales forman parte del necesario ejercicio del inatu
(inaramtun,
inatuzugun,
inazuam
e inarumen)
como mecanismos propios de indagación. Claramente, no se puede desprender ni de
las interrogantes planteadas como tampoco de las posibles respuestas en
mapuchezugun de que la palabra “reconstrucción” emane directamente de una
reflexión desde lo mapuche sino más bien desde “personas mapuche hablando,
pensando y reflexionando en castellano acerca de la situación mapuche”. Ese es un hecho de realidad, por lo que no se busca aquí proponer
una valoración (positiva o negativa) sino
el asumir la escaces de debate interno (en general) y la preponderancia de la lengua de
colonización en el discurso político mapuche actual en todos los niveles (sobre
todo desde los llamados intelectuales mapuche); que más que mirarse a sí mismo
con ojos propios lo vienen haciendo según parámetros y estándares ajenos
(internacionales, algunos) de un modo absolutamente exagerado, mirando
como único interlocutor al wigka. Si entendemos que aquello constituye una de
las estrategias de resistencia, esta bien, pero también debemos concordar que eso no puede
implicar la subordinación y anulación de nuestras propias formas, discursos y construcción
de conocimientos.
Desde aquella dimensión
crítica, consideramos entonces necesario
asumir el discurso y la tarea de la “reconstrucción” de pueblo-nación (en
tanto vocablo ajeno), probablemente, como parte de la necesaria “apropiación
cultural” que se ha venido realizando como pueblo mapuche desde la interacción
y resistencia a partir de la invasión española primero y chileno-occidental
hasta la actualidad. No podemos dejar de revisar las innumerables estrategias
adoptadas por nuestros kuyfikecheyen en ese mismo sentido más
allá de lo épico y estratégico realizado por Lefxaru (Lautaro) frente
al opresor, pasando por las posteriores vinculaciones con cierta clase clerical
y el aprendizaje del wigkakimvn, intercambios de cartas,
incorporación de variadas indumentarias, herramientas y oficios, la ganadería
extensiva entre otros, constituyeron elementos que se han ido ampliando; aunque
no todos se han resignificado culturalmente como ocurrió en tiempos de
independencia, debido a que el escenario de dominación en el que nos ha
correspondido vivir hace absolutamente envolvente la imposición y la enajenación
cultural.
Como lo hemos indagado en otros
estudios desde lo propio, la noción “Taiñ mapuchegen” expresa con
claridad los componentes de las ideas implicadas en la noción de pueblo-nación
mapuche. Así, wiñokintun, como la necesidad y acción de mirar hacia atrás
para la reconstrucción colectiva constituiría desde el mapun kimvn ese modelo de
reconstrucción expresado como “wiñokintumeketuyñ taiñ mapuchegen”. Ello, en tanto
el modelo a ser “reconstruido” resulta imposible encontrarlo en otro lugar que
no sea el pasado o kuyfi, que no es lo mismo que volver al pasado sino recoger
allí una ética, un recorrido para ser persona o chegeam como finalidad de
la existencia mapuche normado bajo ciertos principios que se rigen por el azmapu,
las fuentes de la memoria como son lo fvchakeche, una forma de
organización político-administrativa y ordenamiento territorial regido por el azmapu,
un marco jurisdiccional bajo la autoridad de un logko (que no es lo que
se impone hoy bajo la idea de comunidad), un territorio que recuperar y
reconstruir bajo patrones propios de ordenamiento, la reposición de una lengua
de comunicación, un sistema de creencias, etc. Todo lo cual lo encontraremos en
el kuyfy para hoy ser reconstruido en un tiempo y espacio intervenido y
atrapado tanto por la fuerza y el poder colonial del dominador, como por
las propias contradicciones internas, visceralidad de las argumentaciones,
sobrevaloración de los préstamos y escaso sustento ideológico propio en los
discursos fundamentalmente escritos, del cual todos pecamos y que en la mayoría
de las ocasiones no lo hacemos consciente.
De la resistencia a la reconstrucción colectiva: algunos componentes de la reconstrucción
El discurso de la
“reconstrucción”, emana de un importante sector de la dirigencia actual del
pueblo mapuche movilizado por sus derechos, asentado en los territorios de base.
Surge a partir de una constatación y de un diagnóstico claro tanto de las
causas como de las consecuencias que desencadenan el estado y la situación de
crisis en la estructura sociopolítica-cultural, económica- ambiental y de la crisis del ser CHE como personas mapuche, tanto en su dimensión colectiva e identitaria como en
el plano personal. En tiempos de independencia, guerra e intercambios ocurridos
hasta finales del siglo XIX, podríamos decir que la nación mapuche continuaba
su proceso de construcción interno producto de las nuevas incorporaciones a su
repertorio material y simbólico pero normado bajo pautas culturales propias.
Eso cambió con la ocupación y se pasa a un estado y situación de sobrevivencia
y permanente resistencia que se mantiene
hasta hoy, donde las diversas expresiones y vertientes desarrollistas y del indigenismo
han buscado “interpretar” aquellas necesidades (de sobrevivencia y resistencia)
mediante el diseño de variados mecanismos de “incorporación” definitiva al pueblo
mapuche ya sea, a la chilenidad, el mercado o el progreso. Modernas formas de
incorporación están hoy relacionadas con el reconocimiento bajo patrones de
universalidad de los derechos humanos, mandatados por los poderes desde esferas
multinacionales solventadas por los estados nacionales, como también por un
reciente discurso de transformación del estado chileno para dar paso a otro de
tipo “plurinacional” siguiendo modelos vecinos como los del estado boliviano y
ecuatoriano principalmente, pero que –según fuentes de las propias
organizaciones indígenas de los respectivos países no cooptadas por los
gobiernos- desde su “refundación” hasta hoy existe una inmensa brecha de
implementación entre lo que rezan las “Constituciones” y la implementación de
las mismas (la constitución dice una cosa sobre el "buen vivir" y el gobierno boliviano hace otra cosa, por ejemplo). En esto se requiere una revisión crítica fundamentada de tales
procesos, antes de asumir modelos cuyas consecuencias tienen hoy tan excluidos
como antes a los pueblos indígenas o, en su efecto preguntarse ¿es la
transformación del estado chileno lo que nos interesa como parte de nuestro
proceso de reconstrucción como pueblo?, pretender ambas cosas no solamente
parece una contradicción vital, sino un juego peligroso que finalmente busca
otro tipo de “incorporación” bañado con discursos de autonomía.
Orientado a un plano de mayor
elaboración de las ideas en torno a la “reconstrucción”, algunas interrogantes
pueden contribuir a su clarificación o búsqueda argumentada de este proceso,
las que no se buscarán responder aquí, sino más bien provocar discusión
relacionada, entre ellas; ¿Qué motiva la idea de “reconstrucción nacional
mapuche” en el discurso político mapuche actual de la “nueva dirigencia” emergente
a partir de los 2000? ¿Cuáles son los componentes, ámbitos o dimensiones de
dicho proceso y desde dónde se definen? ¡Desde que lógica o más bien cuál es el
posicionamiento cultural, epistemológico y de racionalidad desde la cual hablan
los promotores del discurso de la reconstrucción? Luego, ¿Cuál es rol o papel
de los depositarios de la memoria y el conocimiento propio en esta tarea? ¿Cómo
se miden los avances y logros de dicho proceso y bajo cuáles criterios? ¿las nuevas generaciones mapuche asumiendo ideales {éticos propiamente
mapuche como.... yamüwün, feyentun y yewewün) como principios rectores de sus
prácticas, o mas bien se responde a patrones de conducta externos guiados por las redes sociales de corte contestataria, rupturistas y antisistema
que de origen ajeno? ¿cómo son y donde están los espacios de
debate y discusiones formativas e ideológicas y político - culturales internos si es que se producen, y
en que lengua se realizan? ¿Cuál es el rol del mapuchezugun en todo este
proceso? ¿la actual modalidad y dinámica de recuperaciones territoriales
responde a los ideales de la reconstrucción de pueblo y/o también a la solo
satisfacción de necesidades individuales inmediatas? ¿Cuáles son los y cómo se
producen los vínculos entre quienes viven en las ciudades y los del lof? ¿Sigue
vigente o se ha roto la interdependencia histórica entre los jóvenes y los
ancianos al interior de los lof?, dado que en este punto se encuentra la
recuperación y reconstrucción ideológica mapuche.
Aquellas son sólo algunas de las
interrogantes orientadas especialmente a las nuevas generaciones de mapuche
mayoritariamente vinculados o en permanente contacto con el mundo urbano y
otros en proceso de búsqueda identitaria. A nuestro modo de entender, las últimas
dos constituyen la parte inicial y prioritaria del llamado proceso de
reconstrucción de pueblo, en la medida que nos permite aproximarnos tanto en el
tiempo como en el espacio, a las dinámicas, cruces ideológicos, conflictos
culturales e identitarios, roles, modos de vida y relaciones con el medio;
tanto del pasado como del presente para pensar el futuro pero desde la perspectiva
mapuche y sus formas de conocer y pensar. Es decir, que la persistencia de características
culturalmente propias de la sociedad mapuche en la actualidad como son, el
respeto de los mayores, pervivencia histórica de un tuwvn y kvpan
o definición y arraigo territorial y familiar, independientemente de la
residencia “actual” de las personas mapuche, (el que no sabe, busca saber de
dónde viene y la familia de sus antepasados junto con los significados de sus
“apellidos[1]”);
constituye el arraigo que muchos afirman desaparecido por el avance de la
modernidad wigka y la expansión urbana y la masiva “incorporación” mapuche a
ese mundo por las razones de sobra ya discutidas. A nuestro juicio constituye
éste uno de los pilares de la reconstrucción en la medida que le otorga a la
persona un arraigo (mapun tuwvn) situado en un territorio histórico necesariamente
colectivo como parte del meli wixan mapu;
recobrando vitalidad la expresión de “taiñ mapuchegen mew” como fundamento
colectivo de la persona en su búsqueda y “reincorporación” al grupo. Es decir,
el renovar la adscripción y la pertenencia a la nación a partir del
kvpan y tuwvn desde la noción colectiva del “Taiñ mapuchegen mew”,
como un primer elemento a ser cultivado para la reconstrucción nacional; lo
cual no puede ocurrir fuera, alejado o desarraigado de la palabra de los fvchakeche,
lo que implica la urgente revinculación y reacercamiento de las nuevas
generaciones hacia la voz (mapuche) de los mayores. Urgencia que no es casual,
debido a que muchos de los mayores se están muriendo, y los que viven son las
fuentes orales directas del saber cultural, político e ideológico mapuche. Así,
los elementos anteriores que hemos enunciado (tuwvn, kvpan, taiñ mapunchegen,
kuyfikecheyen inatu, rakizuam, kimvn, azmapu, etc) y muchos otros por
desarrollar van configurando la necesaria reconstrucción ideolígica en la que
se debe basar el discurso político mapuche que aboga por la reconstrucción. No
es la reconstrucción de estado colonial (sea plurinacional, intercultural o
cualquiera de sus modernas expresiones) e incorporación de cuotas de escaños a
su parlamento, ni configurando institucionalidad colonial (partidos), un
sustento válido para hablar de reconstrucción sino mediante la recuperación de los mecanismos
propios y sus fundamentos.
Un segundo componente de la
reconstrucción, tiene que ver con otra búsqueda asociada al Volver
a ser CHE y a vincularse con la tierra y sus elementos: Y ese CHE como
parte de un conglomerado. El ser CHE supone un proceso de logro a lo
largo del tiempo, una progresividad distinta al CHEKAWVN, que es aquel
que hace alarde de sus condiciones o atributos positivos. Como proceso en
permanente construcción (el llegar a ser CHE), siempre corremos el riesgo de
perderla y recuperarla en función del apego o distanciamiento de las normas
orientadas por el azmapu. En el mundo global comandado por el neoliberalismo
actual y la evidente crisis urbana que se vive, no puede pasar a ser ideales de
vida a ofrecer a las nuevas generaciones mapuche. Cosa distinta es que exista
vinculación, lugares de paso e interacción, pero con la mirada puesta en el lof
que es desde donde emerge el proceso reconstructivo a través del aprendizaje.
Otro de los componentes centrales
del proceso de reconstrucción dice relación con nuestra Estructura organizacional.
No es posible ser un colectivo sin una estructura organizacional propia, regido
por autoridades propias y bajo patrones culturalmente mapuche y según un
sistema o lengua de comunicación también propio. Existió una estructura que
sobrevive en algunos territorios, como son los rewe y lof
y que funcionan como tal especialmente para algunas prácticas como el kamarikun,
Gillatun
y eluwün,
en ese contexto, pierde valor la denominada comunidad jurídica como parte de
nuestra lógica organizacional a ser reconstruida. Aparece allí el Gizol
Logko por sobre el logko por comunidad jurídica bajo ley indígena, el
cual no puede eludir algunas de las fuentes de su existencia como (tal como lo
dicen los kimche hoy): ser gillatufe, ser respetado y
reconocido ampliamente en el lof y rewe, kimche o persona sabia, la promoción
de la unidad de los territorios y no el divisionismo comunitario y el cultivo
de un perfil eminentemente sociocultural y sociopolítico territorial interno
alejado de la “farandulización” ligera, promovida por distintos canales de
comunicación actuales y redes del activismo, no sólo hablante formal del
mapuchezugun sino competente en la formas de su enunciación y ordenamiento e
interacción con el entorno. Entonces,
reconstruir la estructura organizacional como pueblo supone generar un consenso
y amplitud de mecanismo participativos propios que germinen unidad a partir de
un discurso y proyecto común normado por el azmapu. La necesaria delimitación,
alcance y ordenamiento de territorio en su conjunto bajo criterios mapuche,
para dar paso a la organización por fütalmapu (williche, wenteche, lafkenche,
pewernche, principalmente), los que a su vez constituirían los
componentes del meli wixan mapu o país mapuche y sus autoridades federadas con
un VlmenGizolLogko.
Figura que, por lo demás, hemos heredado de José Santon Kilapan que unificó y
aglutinó ampliamente el meli wixan mapu en tiempos de la
invasión y posterior ocupación militar de los chilenos a finales del siglo XIX.
Un elemento fundante de nuestra existencia
como mapunche lo encontramos en el mapuchezugun, el que, debe ser el soporte en
el cual descanse y avance del proceso de reconstrucción de pueblo. Se debe
avanzar en el reaprendizaje de sus niveles formales de uso y manejo como en la
necesaria escrituración como otra de las necesidades vitales. Los alcances de
las políticas estatales de “reconocimiento forzado” en este tema deben ser
materia de preocupación y análisis. Se requiere una definición precisa desde
las instancias mapuches organizadas que apuestan por el proceso de
“reconstrucción de pueblo” acerca de sus roles, intereses y apuestas sobre el
camino a seguir en materia de recuperación de nuestra lengua. Constituye esta
una discusión pendiente. Nuestra apuesta es hacer lo que venimos haciendo,
hablarla en el máximo de contextos posibles y siempre en nuestro contexto
comunitario de reuniones, además de ejecutar “cursos” de aprendizaje con niños
en los espacios propios.
Este proceso de recomposición no
puede ocurrir bajo la lógica cultural ni racionalidad wigka u occidental sino
desde el rakizuam provisto en el mapuche kimvn. El mundo de la solidaridad, de
los aportes técnico y especialistas como de los comprometidos desde aportes
disciplinarios “decoloniales” tanto chilenos como de otras pertenencias deben permanecer al margen de la conducción político.-estratégica
del proceso en tanto no son portadores de la matriz ideológica del mapuche
kimvn o conocimiento mapuche, ni provienen de un tronco familiar o
linaje (kvpalme) que lo sitúe históricamente en el meli wixan mapu. Distinto
es, la existencia de puentes comunicantes frente a temáticas y/o afectaciones
comunes desde donde se pueden establecer alianzas de orden táctico orientados a
confrontar el poder, pero en ningún caso se trata de confundir en lugar que a
cada uno le corresponde ocupar en sus respectivas luchas, porque finalmente, no
todas las luchas apuntan al mismo objetivo estratégico. Distinto también
resulta contar con el apoyo desinteresado que nace desde las vivencias de
muchos y muchas personas que, de múltiples maneras colaboran directamente con
la lucha nacional mapuche en el campo de la solidaridad así entendida.
Volviendo al título inicial, indudablemente, hemos abordado sólo algunas interrogantes, realizado sólo algunos alcances y puesto sólo algunos contenidos mapuche de lo que significa y engloba el proceso de reconstrucción de nuestra nación. Pero el desafío es, que desde el debate interno de cada orgánica la discusión y consensos mínimos se empiece a extender entre los que creen en ello. Eso sí, claramente alejado del ritmo de la música y el circo de los poderes chilenos (mesas de diálogo, candidaturas parlamentarias, cuoteo, etc).
Volviendo al título inicial, indudablemente, hemos abordado sólo algunas interrogantes, realizado sólo algunos alcances y puesto sólo algunos contenidos mapuche de lo que significa y engloba el proceso de reconstrucción de nuestra nación. Pero el desafío es, que desde el debate interno de cada orgánica la discusión y consensos mínimos se empiece a extender entre los que creen en ello. Eso sí, claramente alejado del ritmo de la música y el circo de los poderes chilenos (mesas de diálogo, candidaturas parlamentarias, cuoteo, etc).
El escribir en estos
espacios no supone ni busca “farandulizar” los temas mapuche, no supone dictar
cátedra académica ni “intelectual” en la materia.. Busca simplemente intentar aproximarse a lo propio, y, desde ahí tomar
una posición reflexiva e ideológica acerca de lo que somos y queremos como
mapuche. Es decir, que los fundamentos de nuestros discursos están en nuestra
propia cultura, mientras que lo ajeno que tenga utilidad para la causa mayor
(como este mismo espacio escrito) debe ser asumido desde la lógica de la
“apropiación cultural”. También se busca entregar una visión de lo que
entendemos por autonomía y autodeterminación como pueblo mapuche, pero desde la
perspectiva mapuche y no, un ideario de “autonomía” desde la perspectiva y
el pensamiento wigka desde donde llueven propuestas. También intenta abrir caminos de entendimiento entre tanta disperciòn propia de la precariedad de las disputas como de las disputas por la precariedad de tiempos complejos
-
Meliñamku
[1]
Abordaremos oportunamente la cuestión de los apellidos mapuche, que pasan a
tener esa condición desde el proceso de conocido como “radicación de indígenas”
y la entrega de los Títulos de Merced hasta 1900 apromadamente.